El High Line de New York: Una historia de desafíos, negociaciones y perseverancia

01/10/2017 | Ciudades

Hay lugares que están destinados a ser excepcionales debido a la carga de memoria, significado para la comunidad, transformaciones que vivieron, o interacción de grupos, intereses,  y labor pública y privada, que mueven realidades para adaptarla a sueños de gente visionaria.

El High Line de New York es un ejemplo cabal de ello y se vive y conoce en múltiples capas.

No fue por falta de información previa, más comercial, técnica o académica, que aterricé en ese mágico lugar hace pocas semanas, para quedar embelesada con cada parte de su recorrido.

Y si bien gran parte del encanto se debe a la creatividad del Estudio Diller Scofidio Renfro, la iniciativa y empuje comienzan mucho más atrás en el tiempo y se debe a dos personas de perfil más bajo, residentes de la zona.

Se trata de un parque público lineal, propiedad de la ciudad de Nueva York, pero mantenido, operado y gestionado por el grupo «Friends of the High Line» (que recauda el 98% de su presupuesto anual) en asociación con el Depto. de parques y recreación de la ciudad.

Construido en el año 1934 por la Central railroad line de New York, operó hasta los años 80 donde quedó abandonado, pero no fue sino hasta el año 1999 y la fundación del grupo «Friends of the Highline» que presionó para mantenerlo y logró que en el año 2005 , la empresa CSX Transportation, Inc. que eran quienes lo iban a demoler, lo donaran a la ciudad.

Es también, la muestra cabal del impacto de un artículo periodístico del New York Times, allá por el año 1999, del accionar en unos vecinos, de un trabajo en conjunto enorme conjugando y laudando intereses en varias órbitas, a muy largo plazo. Y el poder de resiliencia, marketing y carácter icónico que estos lugares, blindados a  demoliciones arbitrarias, devuelven a la ciudad que los cuida y preserva.

Esa nota que terminaba con la frase » El High Line deberá ser demolido»  fue leída independientemente por Joshua David y Robert Hammond, quienes se comunicaron con el diario para saber si había alguien haciendo algo al respecto, con el resultado de que a nadie le preocupaba.

Se conocieron en una asamblea de vecinos citada para tratar el tema, donde eran los únicos que estaban a favor de mantenerlo. Por eso, la comunidad «Friends of the HighLine», surgió precisamente en un contexto donde nadie quería preservarlo.

Se llama a concurso de proyectos y lo ganan  James Corner Field Operations,un estudio de paisajismo, Diller Scofidio + Renfro, and Piet Oudolf, diseñador de plantaciones.

15 años, 3 tramos de 22 cuadras en el aire después, 3 barrios afectados, el lugar es uno de los más visitados por turistas y frecuentados por locales para diversas actividades, sin mencionar la imparable revalorización de sus flancos en general y de los precios inmobiliarios de sus terrenos, donde se construyen obras firmadas por Zaha HadidFrank GehryJean Nouvel, o Neil Denari,  en breve acompañados por Bjarke Ingels

Ricardo Scofidio recuerda las primeras épocas como una maravilla incoherentemente fluída de interacción con la comunidad porque en el fondo, «nadie creía que pudiera llevarse a cabo tamaño proyecto».

La estética general del lugar vino dada por la inspiración del estado previo del lugar mismo: su estado de abandono permitió el avance agresivo de la naturaleza cubriendo la  estructura y es «casi» lo que contempló el proyecto ganador.

El recorrido es una montaña rusa de visuales, tanto internas como de la ciudad generando sorpresas en cada curva y contracurva, una delicia de paseo del que no querés bajarte.

Otra característica increíble es su proyecto de iluminación nocturna, diseñado por Hervé Descottes, del Observatoire Internacional, (una firma de iluminación que recomiendo visita a su página) que pensaron todo el efecto, con luces Led eficientes en cuanto a consumo, ninguna ubicada más alta que la altura media humana, generalmente rasantes o hacia abajo de forma de no generar brillos o encandilamientos y permitir apreciar la iluminación del entorno también.

El modelo y éxito se viralizó en ciudades que quisieron replicar en sus espacios urbanos abandonados. Sin embargo se concluye que «No toda infraestructura abandonada permite ese tipo de reconversiones, a veces de hecho sí es mejor su demolición» , «es difícil replicar el fenómeno generado por la confluencia singular de condiciones económicas, arquitectónicas, geográficas o políticas»

Como todo, no sólo es concebirlo o construirlo sino también gestionarlo, y sólo viendo la página web del lugar es admirable la cantidad de opciones, actividades y gente involucrada que requiere para su éxito. Desde clases de yoga, eventos artísticos, «adopte un níspero» , clases de huerta para niños, es interminable la calidad y cantidad de eventos en la programación del parque.

Como decía John Lennon:

«Un sueño que soñamos solos es sólo un sueño. Si soñamos  juntos, es una realidad»

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